EROS Y POESÍA GRIEGA
P
A B L O
S
I L E N C I A R I O
Muralla
de Semíramis
Quitémonos,
hermosa, nuestras ropas. Que los miembros desnudos
se
acerquen a trenzarse unos con otros.
Que
no haya nada en medio. Como aquella muralla de Semíramis
se
me antoja tu túnica tan fina.
Que
los pechos se ensamblen y los labios. Lo demás en silencio
debe
ser ocultado. Aborrezco las bocas que no cierran.
ANÓNIMO
No
volveré a querer
No
volveré a querer. Lidié con tres pasiones: por una cortesana,
por
una jovencita y otra se me encendió por un muchacho.
He
sufrido por todo. Extenuado quedé de implorar a las puertas
de
la hetera, enemigas del que nada tenía.
Tendido
a todas horas en su pórtico y siempre desvelado
llegué
a dar sólo un beso delicioso a la niña.
Ay
de mí, ¿cómo relataré el tercer incendio? Del chico aquel
sólo
alcancé miradas y esperanzas vacías.
MELEAGRO
Brindis
a solas
Llena
la copa y dilo una vez más y otra: -Por
Heliodora.
Dilo,
combina
el nombre dulce con el vino más puro.
Y,
empapada de esencia y ya de ayer,
cíñeme
la guirnalda, en su memoria.
Mira:
la rosa llora, cómplice, porque a ella
la
sabe en otra parte, no en mis brazos.
Súplica
Tan
sólo esto te pido, gran madre de los dioses, Noche amada,
sí,
te lo pido, sí, cómplice y regia Noche:
si
alguno, arrebatado, debajo de la colcha de Heliodora
se
derrite y se funde con su piel hechicera,
que
se apague el candil, y el tipo, en su regazo,
cual
segundo Endimión quede abatido…
N O
S I S
Lo
más dulce
-Nada
es más dulce que el amor. Las demás alegrías
son
secundarias; hasta la miel rechazo de mi boca.
Así
habla Nosis: aquél a quien Cipris no ha amado
no
conoce qué rosas son sus flores.
HÉDILO
In
vino veritas
El
vino y unos brindis muy traidores tumbaron a Aglaonice
(también
el amor tierno de Nicágoras).
Y
sus prendas, rociadas de perfume -los húmedos despojos
de
unos deseos nuevos- son ya ofrendas a Cipris:
las
sandalias, las bandas delicadas que desnudó del pecho,
testimonios
de un sueño y de los vehementes abrazos de aquel día.
CALÍMACO
Conjuros
contra Eros
Qué
buen encantamiento descubrió Polifemo
para
el enamorado. Por la Tierra, que no era tonto el cíclope.
Las
Musas, sí, Filipo, la pasión debilitan:
su
técnica es la droga que todo lo remedia.
El
hambre y el poema son la única terapia
-creo
yo- para el mal: extirpa la dolencia
de
querer a los chicos… Puedo decirle a Eros
muy
tranquilo: -Niñato, córtate ya las alas.
Ni
una pizca te temo porque tengo en mi casa
conjuros
de dos clases para tus golpes crueles.
EURÍPIDES
El
orgullo de ser derrotados por Eros
Nodriza:
-Amas.
¿Por qué te extrañas? ¡Como tantos humanos!
¿Vas
a perder la vida por culpa de un amor?
Poca
ventaja tienen los que aman -y todos los amantes del futuro-
si
se ven obligados a morir.
Cipris
no es llevadera si avasalla con ímpetu:
al
dócil con dulzura lo acompaña
mas
al que encuentra altivo y orgulloso
a
ése -créeme- lo atrapa y lo tortura.
Va
y viene por el éter y está entre el oleaje
del
mar: todo brotó de Cipris.
Ella
es la sembradora, la que otorga el deseo
del
que todos los seres somos hijos.
Cuantos
guardan escritos de los antepasados
y
ésos que están en trato continuo con las Musas
saben
que antaño Zeus deseó el lecho
de
Sémele, y saben que por culpa del amor
la
Aurora de luz grata raptó a Céfalo
y
lo acercó a los dioses: habitan en el cielo,
no
se esconden de nadie; antes pienso que sienten
el
orgullo de ser derrotados por Eros.
El
extranjero
Se
cuenta que ha llegado un extranjero,
-un
cantor de conjuros, un mago- desde Lidia
de
melena rizada, bien perfumada y rubia,
sus
ojos color vino con las gracias de Cipris.
Cuentan
que con las jóvenes pasa noches y días
desplegando
ante ellas sus misterios y gritos.
S Ó
F O C L E S
Triunfo
de Eros
Eros
incombatible en la batalla,
Eros,
tú que te arrojas contra las fortunas
y
en las mejillas tiernas de una joven
pasas
toda la noche;
por
el mar vas y vienes
y
por los patios de los campesinos:
nadie
es tu fugitivo, ni el inmortal ni el hombre
que
sólo un día dura. El que a ti te posee
por
la locura queda poseído.
Tú
arrastras a la ruina las almas ya sin juicio
de
los antes juiciosos
e
incluso esta discordia has provocado
entre
varones de una misma sangre.
Pero
triunfa el deseo que irradia de los ojos
de
una novia de lecho deseable.
Eros
que participas del origen
de
las leyes sagradas: sin resistencia juega
la
divina Afrodita...
E
S C O L I O S Á T I C O S A N Ó N I M O S
La
lira de marfil
Ojalá
que pudiera convertirme
en
una hermosa lira de marfil
y
unos chicos muy guapos me llevaran
al
baile de Dioniso.
Camarada
-Bebe
conmigo, pasa
tu
juventud conmigo,
ama
conmigo, ponte
conmigo
las guirnaldas,
vuélvete
loco cuando yo esté loco,
cuando
yo sea sensato sé sensato.
ANACREONTE
Los
dados de Eros
Con
riñas y locuras
juega
a los dados Eros.
Cleóbulo
De
Cleóbulo estoy enamorado,
por
Cleóbulo estoy aun más que loco,
a
Cleóbulo mis ojos lo persiguen.
Í B
I C O
Como
el Bóreas
En
primavera los membrilleros
regados
con el agua de los ríos
-allí
donde está el huerto inmaculado
de
las Vírgenes- y la flor de la vid
a la
sombra crecida de pámpanos vinosos
alcanzan
lozanía.
Pero
Eros conmigo
en
ninguna estación se da reposo:
como
si fuera el Bóreas de Tracia
por
un rayo excitado,
volando
deja a Cipris, y con delirios ásperos,
tenebroso
e intrépido
y
poderosamente y desde el fondo
sacude
mis entrañas.
SAFO
Lo
que una ama
Dicen
unos que una tropa de jinetes, otros la infantería
y
otros que una escuadra de navíos, sobre la tierra
oscura
es lo más bello: mas yo digo
que
es lo que una ama.
Y es
muy fácil hacerlo comprensible
a
todos: pues aquella que tanto destacaba
en
belleza entre todos los humanos, Helena,
a su
muy noble esposo
dejándolo
tras sí marchó a Troya embarcada
y en
nada de su hija o de sus padres
amados
se acordó, sino que la sedujo
Cipris.
………
………
Porque
ahora me has hecho recordar a Anactoria
que
no está junto a mí
y de
ella quisiera contemplar
su
andar que inspira amor y el centelleo radiante de su rostro
antes
que los carruajes de los lidios y antes que los soldados
en
pie de guerra.
La
pasión
Un
igual a los dioses me parece
el
hombre aquel que frente a ti se sienta
de
cerca y cuando dulcemente hablas
te
escucha, y cuando ríes
seductora.
Esto - no hay duda- hace
mi
corazón volcar dentro del pecho.
Miro
hacia ti un instante y de mi voz
ni
un hilo ya me acude,
la
lengua queda inerte y un sutil
fuego
bajo la piel fluye ligero
y
con mis ojos nada alcanzo a ver
y
zumban mis oídos;
me
desborda el sudor, toda me invade
un
temblor, y más pálida me vuelvo
que
la hierba. No falta - me parece-
mucho
para estar muerta.
Dulce
animal amargo
Me
arrastra -otra vez- Eros, que desmaya los miembros,
dulce
animal amargo que repta irresistible.
…
M I
M N E R M O
Sin
Afrodita
¿Qué
modo de vivir o qué placer habrá sin Afrodita?
Muerto
quisiera estar cuando ya no me importen
ni
la pasión furtiva ni la cama ni los favores dulces como miel
-flores
de juventud tan codiciables
para
hombres y mujeres. Y es que cuando penosa se abate la vejez
que
vuelve repugnante incluso al hombre hermoso
le
desgastan sin tregua el corazón los sórdidos problemas
y
no siente placer al ver el sol radiante: a los muchachos
se
hace odioso, y desprecio se gana entre las jóvenes.
Así
de dura hicieron los dioses la vejez.
A
R Q U Í L O C O
Niebla
en los ojos
Un
ansia tal de amor al corazón metió en un torbellino
y
derramó en los ojos niebla espesa
robándome
del pecho las más tiernas entrañas.
Ni
yambos ni placeres
Pero
a mí, compañero, me domina el Deseo
que
deja el cuerpo lánguido
y no
me importan ya ni yambos ni placeres.
Hasta
los huesos
El
Deseo me tiene rodeado y exánime,
miserable
de mí, con agudos dolores - los dioses lo han querido-
hasta
los mismos huesos perforado.
H E
S Í O D O
Eros
en el origen
Al
principio de todo existió el Caos; después surgió la Tierra
de
ancho seno, asiento desde siempre inconmovible
de
los dioses, los dueños de las cimas del Olimpo nevado.
Y
luego nació Eros, el más hermoso entre los inmortales,
el
que desmaya el cuerpo
y de los dioses todos y los hombres
somete,
en las entrañas, su voluntad prudente y su sentido.
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